Hablar de sacro-craneal es hablar de Sutherland. William Garner Sutherland fue alumno de Still fundador de la Osteopatía.
Sutherland se preguntó si la forma de los temporales escondía algún secreto y desarrolló durante toda su vida esta herramienta de incalculable valor que a día de hoy está en evolución constante.
El sistema nervioso central del ser humano se encuentra cubierto y protegido por las meninges y en su capa externa nos encontramos con la duramadre. La dura madre está adherida a los huesos craneales, primera, segunda cervical y segunda sacro. Sutherland se cuestionó si existía algún movimiento también en estos huesos y diseñó un casco para comprobarlo, puesto que no tenía forma de comprobarlo pensó que de no existir movimiento no habría cambios. Así que decidió fijarlo y hacer las comprobaciones junto a su mujer. Sus estudios fueron positivos y dio comienzo lo que para mí fue un gran desarrollo y evolución profesional dentro de la vida de una persona que le llevaron a acompañar y fusionarse junto con lo que él mismo denominó el aliento de vida.
Los alumnos de la terapia sacro-craneal desarrollan la habilidad para diferenciar, sentir y acompañar el movimiento de la duramadre transferido a los huesos en lo que se denomina la respiración primaria (puesto que es anterior a la respiración pulmonar), este movimiento hace fluctuar el líquido cefalorraquídeo y con su acompañamiento conseguimos devolver el estado de equilibrio al sistema nervioso central. A esto debemos añadir que la marea es transmitida a todo el cuerpo dibujando lo que yo veo como una perfecta trama, como una tela de araña que une y conecta todas las partes de nuestro cuerpo y nuestro ser.